Desarrollo y argumentación del texto: Filosofía de las Ciencias Humanas y Sociales de José María Mardones y Nicanor Ursúa

  1. Introducción

Reflexionar acerca del origen, tendencias y representantes de las ciencias humanas forma parte de los propósitos del presente texto, en el cual sus autores destacan las controversias que han surgido desde su aparición, la fundamentación de las ciencias humanas y sociales. Entre estas deliberaciones, continúa la discusión acerca de que ¿son ciencias la historia, la sociología o la psicología?, o aún están en proceso de pre-paradigma científico. Además, muchos autores plantean dudas sobre la metodología de las ciencias humanas y sociales y se cuestionan si las mismas siguen la metodología de las ciencias naturales, razón por la cual, se resalta la premisa de que no hay una epistemología no desarrollada ni aceptada en el campo de las ciencias humanas y sociales. Así mismo, se presentan una serie de posturas o tendencias que exponen los criterios de varios autores para describir las ciencias humanas y sociales desde una perspectiva ajustada al momento histórico, sin menospreciar las contribuciones de cada uno al desarrollo de la temática: Postura o aproximación empírico-analística, la postura fenomenológica, hermenéutica y lingüística y la postura dialéctica.

De igual forma se presentan al comienzo del texto, una serie de recomendaciones acerca de la dificultad que pueden presentarse durante la lectura del mismo, razón por la cual, se muestran orientaciones e interrogantes que deberá plantearse el lector para una mejor comprensión de los aportes a la filosofía de la epistemología por parte de cada uno de los autores aquí representados. Tal como lo señalan sus autores, son libros para estudiar, no para leer y la complejidad de los mismos requiere de hábitos y una perspicacia que le permita llegar a comprender las perspectivas de cada autor sobre la razón y ser de la filosofía o epistemología de la ciencia.

  1. La filosofía de la ciencia o epistemología

Desde sus inicios, la polémica ha marcado el estatuto de cientificidad de las ciencias humanas y sociales, en la cual aún persisten dudas sobre la fundamentación del quehacer de las llamadas ciencias del espíritu, culturales, humanas y sociales. Desde su aparición en el siglo XIX, el pensamiento y la reflexión pugnaron por encontrar estabilidad, fruto de esta lucha, se plantearon interrogantes sobre si eran ciencias las reflexiones, explicaciones y quehaceres de las nacientes disciplinas, más preocupante aun cuando alrededor de la comunidad científica persistían posturas disimiles de lo que se consideraba ciencias, mostrándose una diversidad de criterios y enfoques basadas en interpretaciones entre las que manifestaron que las nuevas ciencias se amoldaran al paradigma o modelos de las ciencias verdaderas o naturales, mientras que otros propiciaban la autonomía de las nacientes disciplinas.

Esta polémica en cuanto al objeto de estudio propio y el método aplicado en cada una de las nacientes ciencias, conllevó a una polémica aun mayor, planteándose la interrogante en muchos círculos sobre el significado de ciencia. Para ello, es necesario revisar dos tradiciones importantes en la filosofía del método científico: la aristotélica y la galileana. Estos dos planteamientos diferentes acerca de las condiciones que ha de satisfacer una explicación que se quiera llamar científica, permiten vislumbrar los enfoques que se presentan a lo largo de la historia del conocimiento científico.

El primer planteamiento lo encontramos en la tradición Aristotélica o la ciencia como explicación teleológica[1], en la cual Aristóteles[2] plantea que la investigación científica se da al comienzo de la observación de un fenómeno, lográndose la explicación científica cuando se logra dar razones de estos fenómenos o hechos. Para Aristóteles existe una segunda etapa en la explicación científica: el deductivo, la cual consistía en deducir enunciados acerca de los fenómenos a partir de las premisas que incluyan o contengan los principios explicativos. Aristóteles hacía énfasis en que la causa de un fenómeno tiene cuatro aspectos; la causa formal, la causa material, la causa eficiente y la causa final y destacaba que una explicación científica adecuada, debe especificar estos cuatro aspectos que constituyen su causa.

Por otra parte, surge la tradición Galileana o la ciencia como explicación causal en la que el centro de la investigación ya no es el mundo, es el hombre y es que, desde la aparición de la tradición aristotélica, las críticas estuvieron presentes en especial en el siglo XIII cuando se hacen precisiones en el método inductivo-deductivo de Aristóteles. A raíz de la aparición del Renacimiento, los cambios socioculturales y de las ideas y la nueva concepción del mundo ya no tanto metafísica y finalista, pero si funcional y mecanicista, llevaron a planteamientos como los de Galileo Galilei[3] quien cambia las explicaciones físicas cualitativas de Aristóteles por las formulaciones matemáticas de Arquímedes[4]. Bajo esta nueva idea, el centro ya no es el mundo, sino el hombre en el que este interés pragmático no va a preguntar ya por el “por qué” y “para que” sino por el “como” más inmediato de los fenómenos y sus consecuencias. De igual manera, los cambios socioculturales indujeron a la aparición de una burguesía que buscaba hechos más concretos y su sentido del orden y de lo positivo, es decir, ir a lo útil y pragmático. La nueva ciencia recoge este interés pragmático el cual buscaba dominar la naturaleza y señala una actitud tecnológica del conocimiento y sus aplicaciones, encontrando a Francis Bacón[5], como un apóstol de esta nueva actitud científica.

La nueva ciencia va a considerar como explicación científica de un hecho, aquella que venga formulada en términos de leyes que relacionan fenómenos determinados numéricamente, es decir, matemáticamente (hipótesis causales). Así mismo, se requiere de un análisis experimental en el cual la comparación de las hipótesis con las consecuencias deducidas mediante la observación de la realidad, las que no dirá su valor explicativo.

Bajo este nuevo enfoque de la ciencia, el debate sobre la fundamentación de las ciencias del hombre adquiere una nueva connotación en la confrontación entre la tradición aristotélica y la galileana expresada en términos de explicación causal versus explicación teleológica.

En síntesis, esta controversia continuó con los planteamientos explicativos (Erklären) y la postura comprensiva (Verstehen) ambos términos en alemán, distinguiéndose tres fases en las cuales las discusiones y enfoques sobre las posturas aristotélicas y galileanas han estado presente.

  1. La primera polémica explicita de la filosofía de las ciencias sociales: positivismo decimonónico frente a hermenéutica. El lenguaje científico

A finales del siglo XVIII tuvo lugar uno de los acontecimientos más importantes de este siglo y que transformó los cimientos del mundo social hasta la fecha. La Revolución Francesa marcó un antes y un después de una época histórica y el punto de arranque de la llamada edad Contemporánea. Antes de este hecho, la sociedad no constituía un problema para la conciencia, con una visión monolítica sin problemas de la conciencia en la que las relaciones sociales, culturales, el pasado y el porvenir de la sociedad, funcionaba inconscientemente tal como se presenta el universo. Hasta este acontecimiento, la sociedad no constituía un problema para la ciencia.

Ya para mediados del siglo XIX, la ciencia se encuentra asentada sobre los pilares de la tradición galileana y unas ciencias humanas con grandes logros y pretensiones científicas. Una de las posiciones referentes la representa la filosofía de la ciencia del positivismo decimonónico personificada por Auguste Comte[6] y Jhon Stuart Mill[7]. Esta corriente ha sido objeto de controversias, aplicándose a una serie de autores que han plasmado en sus enfoques, los planteamientos galileanos de la ciencia. A fin de buscar un común denominador de esta corriente positivista, se presentan cuatro aspectos característicos de esta corriente recalcada por Comte (Ver Cuadro 1).

Cuadro 1: Aspectos característicos del Positivismo Decimonónico

Aspecto Característica
El monismo metodológico Los objetos de investigación pueden ser diversos, pero debe existir una unidad de método y homogeneidad doctrinal, es decir, solo se puede entender de única forma, aquello que se considere como una autentica explicación científica
El canon de las ciencias naturales exactas El llamado método positivo, tenía un canon o ideal metodológico frente al que se confrontaban el grado de desarrollo y perfección de todas las demás ciencias. Este baremo lo constituía la ciencia físico-matemática
La explicación causal Tal explicación de carácter causal (por qué ocurre el fenómeno), viene expresada en la búsqueda de leyes generales hipotéticas de la naturaleza que subsuman los casos o hechos individuales
El interés dominador del conocimiento positivista Desde Bacon hasta Comte, pondrán énfasis en la predicción de los fenómenos. Usar principios de la física y la matemática en las ciencias sociales.

Elaboración propia. Fuente:  Mardones, J. y Ursúa, N. (1982) Filosofía de las ciencias humanas y sociales. Editorial Fontamara. Barcelona, España

A esta concepción positivista de la investigación, aparece en contraposición una concepción metodológica llamada hermenéutica. Esta tendencia anti-positivista representada por filósofos, historiadores y científicos sociales como Johann Droysen[8], Wilhelm Dilthey[9] y Max Weber[10] entre otros. Lo que unifica esta posición científica es su rechazo al monismo metodológico del positivismo, a la física-matemática como canon ideal regulador de toda explicación científica, y al afán predictivo y causalista y de la reducción de la razón a la razón instrumental.

Para Droysen, el ser humano expresa su interioridad mediante manifestaciones sensibles que reflejan su interioridad. No captar esta dimensión interna, equivale a no comprenderlo. Droysen fue el primero en utilizar la distinción entre comprender y explicar a fin de diferenciar el método que debe emplear la historia en la concepción de las ciencias humanas (Verstehen), la postura física-matemática de explicar (Erklären) y la de la tecnología y filosofía “conocer” (Erkennen).

Entre tanto para Dilthey, comprender acentuará la pertenencia del investigador y la realidad investigada al mismo universo histórico, es decir, en esa identidad sujeto-objeto propia de las ciencias del espíritu. Las ciencias del espíritu como la historia pretenden comprender hechos particulares mientras que las ciencias naturales tratan de formular leyes generales.

Por su parte Weber insiste en la comprensión como método característico de las ciencias, cuyos objetos presentan una relación de valor, que hace que dichos objetos se nos presenten relevantes con una significatividad que no poseen los objetos de las ciencias naturales como los átomos. Es así como el investigador llega a la compresión de tal significado porque puede compartir, mejor comparte con el objeto, los valores que atribuyen el significado.

De igual manera, para ciertos filósofos, la explicación científica consiste en procurar que los fenómenos sean inteligibles teleológicamente, más bien que en determinar su predicibilidad a partir del conocimiento de sus causas eficientes. A finales del siglo XIX, dos grandes sociólogos seguían cada uno con una tradición; Emile Durkhein[11] (las reglas del método sociológico) y Max Weber (la sociología comprensiva).

  1. La segunda fase de la polémica o el racionalismo crítico frente a la teoría crítica

En el devenir de las dos guerras mundiales de 1914-1918 y 1939-1945, se presenta el llamado resurgimiento de la lógica[12] iniciado en 1850. El desarrollo de la lógica se vinculó con el positivismo y dio como resultado el llamado positivismo lógico en la década de los veinte. A esta corriente pertenece el llamado neopositivismo del Circulo de Viena siendo su representante más significativo Rudolf Carnap[13]. Con la llegada de esta corriente (lo que hoy se conoce como filosofía analítica), se afirma que solo los enunciados sometidos a la lógica y la verificación empírica pueden ser calificados como científicos. Por tanto, científico es aquel análisis de la realidad que trabaje en estos dos pilares; la teoría de la relación lógico-matemática y la fase de verificación empírica. Por ende, no es extraño que el énfasis de esta corriente se centrase en:

  1. La superación de la seudo ciencia (especialmente la metafísica) mediante el análisis lógico del lenguaje.
  2. La comprobación y verificación empírica de todas las afirmaciones. Únicamente se tendrá por verdadero y pleno de sentido, lo que expresa un estado de cosas objetivos, lo cual equivale a decir, capaz de ser sometido a observación directa y comprobación mediante experimentos

Esta propuesta se enfrentó a las consecuencias que se derivaban de aplicar estrictamente el principio de verificación. Entre tanto, Karl Popper[14]  diría que la exigencia mayor de verificabilidad en la experiencia no solo eliminaría las afirmaciones metafísicas, sino aniquilaría las hipótesis empiristas y con ello todo el conocimiento científico natural. Y es que será Popper, crítico del circulo de Viena, aunque situado en la corriente positivista, el que comenzaría a prestar atención a la problemática de las ciencias sociales.

El llamado racionalismo crítico de Popper arremete duramente contra el positivismo lógico del circulo de Viena y plantea que las hipótesis científicas más sencillas, por ejemplo (el cobre conduce la electricidad) si hubiera de ser verificada experimentalmente, exigiría comprobar esta causalidad en todo el cobre del universo, lo cual es imposible de hacer. Popper destaca que no se puede acudir al principio de inducción para resolver el problema. Para ello, la ciencia tendrá que ser deductiva en su justificación o no será un edificio racional. De igual manera Popper subraya que no podremos utilizar la verificación sino la falsificación, es decir, comprobar si algún caso contradice nuestra hipótesis. La ciencia para Popper deja de ser un saber absolutamente seguro para ser hipotético conjetural, deja de ser un camino inductivo para ser deductivo y abandona el criterio de verificación para seguir el de la falsificación. Para Popper, la ciencia no es posesión de la verdad, sino la búsqueda incesante, crítica sin concesiones de la misma.

Otra corriente denominada Teoría Crítica de la sociedad o escuela de Frankfurt, se contrapuso desde sus inicios a la tradición positivista. Su fundador fue Max Horkheimer y junto a él trabajaron Theodor Adorno[15], Herbert Marcuse, Erich Fromm y Jürgen Habermas[16] entre otros. Este último, uno de los más insignes y prominentes defensores de la teoría crítica.

Para Theodor Adorno, la teoría crítica no niega con ello la observación, pero si niega su primacía como fuente del conocimiento al igual que tampoco rechaza la necesidad de atender a los hechos, pero se niega a elevarlos a la categoría de realidad por antonomasia. Lo que es, no es todo expresaría Adorno al señalar que allí donde no se advierte el carácter dinámico, procesual de la realidad, cargado de potencialidades, se reduce la realidad a lo dado. Recalca Adorno que la ciencia moderna, galileana, no ha advertido que es hija de unas condiciones socio-económicas y que está profundamente ligada con un desarrollo industrial.

En resumen, los correctivos que exponen Adorno sitúan el problema en el comienzo de la ciencia, es decir, el problema de la ciencia no está en el problema mental, sino en el problema real, es decir la contradicción. Se impone de igual forma, una metodología que atienda a los datos de la realidad, pero que no olvide que hay que ir más allá de lo que aparece para captar el fenómeno en su objetividad. Asimismo, la sociedad no puede concebirse como un objeto más, la sociedad es también algo subjetivo, en su razón de su estructura. Por último, el interés emancipador de la teoría crítica o también llamado el interés por la supresión de la injusticia social. De aquí se deriva su inconformidad, su beligerancia en pro de una buena y racional sociedad y de la constante atención a los desarrollos de la realidad.

  1. La tercera fase de la polémica: Intención frente a explicación o los diversos juegos de lenguaje frente al modelo nomológico-deductivo

En 1942 la filosofía analítica trata de precisar el modelo o teoría de cobertura legal (Covering Law Model or Theory), el cual consiste fundamentalmente en un esquema lógico-básico de explicación causal de Karl Popper que se pretende aplicar a la Historia. El principal representante de este esfuerzo por alargar la vida del modelo de cobertura legal fue Carl Hempel[17] quien sigue apropiándose de una concepción positivista de la ciencia.

Para Hempel una ley es una implicación universal o bien una correlación probabilística, pero cuestionada entre los lógicos por la universalidad de la necesidad, es decir, parece haber una verdad universal accidental (empírica) que es distinta a una lógica necesaria. El problema radica en como discernir entre ambas, lo que lleva a la conclusión que es la necesidad y no la universalidad lo que constituye la marca de una conexión nómica o legaliforme.

Frente a este tratamiento positivista de los fenómenos históricos, en 1957 William Dray[18] responde a Hempel y Popper en su obra Leyes y Explicación en la Historia (Law and Explanation in History) que la razón por la que las explicaciones históricas no se fundan en absoluto en leyes generales. Sostiene Dray que explicar una acción es mostrar que esa acción fue el proceder adecuado o racional en la ocasión considerada.

Un nuevo impulso vino con el aporte de Elizabeth Anscombe[19] quien centró el problema en la noción de la intencionalidad y desató la discusión sobre el tema entre los filósofos analíticos. Su trabajo ayudó a aclarar la distinción entre explicación y comprensión, al mostrar como la conducta intencional lo es a tenor de una determinada descripción y deja de serlo a tenor de otra, e hizo que se prestara de nuevo atención al razonamiento lógico denominado silogismo práctico, noción esta que precede a Aristóteles y que se encuentra en Hegel, siendo muy revalorizada actualmente para la explicación teleológica típica de las ciencias humanas y sociales.

Conclusión

Las evidencias mostradas por los autores y las referencias que hacen de varios filósofos, científicos sociales y estudiosos de las ciencias, procuran vislumbrar el largo y complejo proceso de formación de las ciencias sociales y humanas en la que se destacan las o tradiciones de Aristóteles y Galileo como base de las diferentes posturas planteadas.

La revisión también ha permitido exaltar las preocupaciones y dilemas de quienes, en sus inicios, apreciaron la metodología de la investigación bajo escenarios históricos, en los cuales se requería de enfoques basados en las realidades sociales y la importancia de la ciencia para apuntalar el progreso de la humanidad.

Tras un largo transitar, muchas de las posturas siguen en la búsqueda de acoplarse a los nuevos paradigmas de las ciencias sociales y humanas, enfrentando los nuevos desafíos que la globalización y la introducción de las nuevas tecnologías traen consigo. De la capacidad, iniciativa y entereza que posean quienes defienden cada una de las premisas presentadas sobre la epistemología de las ciencias, podremos seguir encontrando nuevos y creativos enfoques que le permitan a las ciencias sociales y humanas, seguir cumpliendo su función creadora y productora de conocimiento.

Referencias bibliográficas:

Adorno, T. (1973) La disputa del positivismo en la sociología alemana. Barcelona, España. Grijalbo.

Bachelard, G. (1973) Epistemología. Barcelona, España. Anagrama.

Beltrán, M. (1979) Ciencia y Sociología. Madrid, España. CIS

Boudon, R. (1974) La crisis de la Sociología. Sociología de la Sociología. Epistemología. Cuestiones de Método. Barcelona, España. Laia.

Bunge, M. (1972) Ética y Ciencia. Buenos Aires. Siglo Veinte.

Cohen, M. y Nagel, E. (1976) Introducción a la lógica y al método científico, I y II. Buenos Aires, Argentina. Amorrortu.

Foucault, M. (1971) Las palabras y las cosas. México. Siglo XXI.

[1] La teleología ​ es la rama de la metafísica que se refiere al estudio de los fines o propósitos de algún objeto o algún ser, o bien literalmente, a la doctrina filosófica de las causas finales.

[2] (384–322 a.c.) Aristóteles fue una polímata: filósofo, lógico y científico de la Antigua Grecia cuyas ideas han ejercido una enorme influencia sobre la historia intelectual de Occidente por más de dos milenios

[3] (1564-1642) Galileo Galilei fue un astrónomo, filósofo, ingeniero, ​​ matemático y físico italiano, relacionado estrechamente con la revolución científica. Eminente hombre del Renacimiento mostró interés por casi todas las ciencias y artes.

[4] (287-212 a.c.) Arquímedes de Siracusa fue un físico, ingeniero, inventor, astrónomo y matemático griego. Aunque se conocen pocos detalles de su vida, es considerado uno de los científicos más importantes de la Antigüedad clásica.

[5] (1561-1626) Francis Bacon, primer Barón Verulam, Vizconde de Saint Albans y Canciller de Inglaterra fue un célebre filósofo, político, abogado y escritor inglés, padre del empirismo filosófico y científico.

[6] (1798-1857) es considerado el creador del positivismo y de la sociología.

[7] (1806-1873) fue un filósofo, político y economista inglés de origen escocés, representante de la escuela económica clásica y teórico del utilitarismo.

[8] (1808-1884) fue un destacado historiador alemán. Fue profesor en el instituto Gymnasium zum Grauen Kloster de Berlín en 1829, desde 1840 fue profesor de la Universidad de Kiel, y también lo fue en la de Jena y en la de Berlín.

[9] (1833-1911) fue un filósofo, historiador, sociólogo, psicólogo y estudioso de la hermenéutica alemán. Dilthey estudió en Heidelberg y Berlín.

[10] (1864-1920) fue un filósofo, economista, jurista, historiador, politólogo y sociólogo alemán, considerado uno de los fundadores del estudio moderno de la sociología y la administración pública, con un marcado sentido antipositivista.

[11] (1858-1917) Émile Durkheim fue un sociólogo y filósofo francés. Estableció formalmente la sociología como disciplina académica y, junto con Karl Marx y Max Weber, es considerado uno de los padres fundadores de dicha ciencia.

[12] Es un conjunto de proposiciones dentro de un lenguaje formal que es semánticamente completo en el sentido de que todo modelo que satisface todas las proposiciones de la teoría también satisface cualquier otra proposición que sea consecuencia de la misma.

[13] Fue un influyente filósofo nacido en Alemania que desarrolló su actividad académica en Centroeuropa hasta 1935. Fue uno de los principales representantes, junto con Otto Neurath y Kurt Gödel, del denominado Círculo de Viena.

[14] (1902-1994) fue uno de los filósofos más influyentes de la ciencia del siglo XX. Hizo contribuciones significativas a los debates sobre la metodología científica general y la elección de la teoría, la demarcación de la ciencia de la no ciencia, la naturaleza de la probabilidad y la mecánica cuántica y la metodología de las ciencias sociales.

[15] (1903-1969) Filósofo, sociólogo y musicólogo alemán, destacado representante de la llamada «teoría crítica de la sociedad» nacida en el Institut für die Sozialforschung (Instituto para la Investigación Social) de Frankfurt

[16] (1929) Sociólogo y filósofo alemán. Principal representante de la «segunda generación» de la Escuela de Frankfurt, entre 1955 y 1959 trabajó en el Instituto de Investigación Social de la ciudad.

[17] (1905-1997) Filósofo alemán nacionalizado estadounidense. La filosofía de Hempel se halló en sus orígenes estrechamente vinculada al neopositivismo o positivismo lógico, corriente que desde principios del siglo XX trató de identificar y reducir la actividad filosófica a la cuestión de la epistemología (filosofía de la ciencia) y constituir de esta forma una metaciencia.

[18] (1921-2009) fue un filósofo canadiense de la historia. Es conocido por su versión de Verstehen anti- positivista en la historia, en Leyes y Explicación en la Historia y su trabajo en RG Collingwood.

[19] (1919-2001) filósofa y teóloga, discípula directa de Ludwig Wittgenstei.

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